Fue mi secreto.
A sus ojos, a su corazón.
A mi alma, a mi sentimiento.
Escondido entre suspiros,
lágrimas,
sueños y deseos.
Oculto al sol,
a la luz, al día.
Sólo la noche,
la obscuridad,
y mi almohada lo sabían.
Profundo,
ahí habitaba.
Yo la veía,
la sentía,
la cuidaba,
la adoraba como el tesoro que era para mi.
Pero pudo más que yo…
y el secreto salió
para vivir,
para anidar,
para refugiarse,
para quedarse
en el corazón,
en la mente,
en el alma de su legítima dueña.
No he vuelto a ver mi secreto sola; ya no es sólo mío, es de las dos.
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