Los lobos están tristes,
sus aullidos se escuchan entre el silencio,
como apiadándose de mi tristeza…
Un par de voces gregorianas cantan
en los segundos que agonizan mis sonrisas,
ya no hay motivos para que vivan,
ni motivos para que mis labios
muestren alegres los dientes,
si ya todo lo amado perdí.
Los lobos seguirán aullando,
por horas… hasta dormirse de llanto
y yo seguiré llorando,
hasta dormirme de muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario